jueves, 24 de mayo de 2012

EL NACIONALISMO (I)

En la segunda mitad del siglo XIX, a raíz de los movimientos emancipatorios de los países periféricos de Europa, los músicos de esos países contribuyeron a la reafirmación nacional al incorporar elementos provenientes del folklore y adoptando el idioma propio (sobre todo en las óperas) para crear en los oyentes un determinado fervor patriótico. Esta música nacionalista quería también liberarse del yugo que suponían las músicas alemana, francesa e italiana, que dominaban el panorama internacional.

Sin embargo, el lenguaje y las formas musicales eran herederas de la tradición europea, siguiendo la estela de los grandes músicos románticos de la primera mitad del siglo XIX. Destacan:

Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), el más occidentalizado de los músicos rusos, con sus sinfonías, conciertos, óperas, ballets y música de cámara. Aquí tienes la Danza de las flautas, perteneciente al ballet Cascanueces (1892):




De Rusia también proviene Modest Mussorgski (1839-1881), compositor del poema sinfónico Una noche en el Monte Pelado (1867):


Del también ruso Alexander Borodin (1833-1887) son las Danzas Polovtsianas, pertenecientes a su ópera póstuma El príncipe Igor (1890):


De Bohemia, región que actualmente se encuentra en la República checa, es Anton Dvorak (1841-1904), autor de la celebérrima Sinfonía nº 9 en mi menor, op. 95, "Del Nuevo Mundo" (1893), de la que puedes escuchar el cuarto y último movimiento (Allegro con fuoco).


De los países escandinavos, destacan el finlandés Jan Sibelius (1865-1957) con sus poemas sinfónicos o su Vals Triste (1904):


También el noruego Edvard Grieg (1843-1907), autor entre otras obras de 2 suites orquestales sobre la obra teatral Peer Gynt (1888 y 1892), en la que se incluye el famoso Por la mañana:


En España destacan Isaac Albéniz (1860-1909), con su Suite Iberia (1909) para piano, de la que puedes escuchar Evocación, interpretada por Alicia de Larrocha (1923-2009):


También Enrique Granados (1867-1916), con obras como Danza Española nº 2 (Oriental), para piano:





miércoles, 16 de mayo de 2012

EL ROMANTICISMO (VIII): MÚSICA PROGRAMÁTICA

Frente a la música absoluta o pura, heredera de la compuesta en el siglo anterior, el Romanticismo introduce la llamada música programática, aquella basada en elementos extramusicales (una narración, un poema, un cuadro, etc.) y que, a menudo, va acompañada de un programa, un texto explicativo de lo que se va a escuchar. 

Aparece la sinfonía programática, obra en varios movimientos que llevan cada uno de ellos un título descriptivo, en vez de la clásica palabra italiana indicadora del tempo. La primera obra de este tipo es la Sinfonía Fantástica (1830) del compositor francés Héctor Berlioz (1803-1869), de la que puedes escuchar el 5º movimiento (Sueño de una noche de Sabbath):


El otro tipo de composición de corte programático es el poema sinfónico, obra orquestal en un solo movimiento, dividido en secciones más o menos contrastantes por el tempo, el carácter o por presentar variaciones sobre el tema inicial. Franz Liszt (1811-1886) es el principal compositor de poemas sinfónicos, basados en narraciones épicas, poemas o en obras teatrales. Escucha un fragmento de Orfeo (1854):


Otros compositores de poemas sinfónicos son los franceses Camille Saint-Saëns (1835-1921) con su Danza Macabra, op. 40 (1874), en el que un grupo de esqueletos bailan al son de un violín:




También Paul Dukas (1865-1935), con El aprendiz de brujo (1897):


A finales del siglo XIX, el alemán Richard Strauss compuso una serie de poemas sinfónicos como Las travesuras de Till Eulenspiegel, op. 28 (1895):


También es muy conocido Así habló Zaratustra, op. 30 (1896), utilizado como banda sonora de la película 2001, Una Odisea del Espacio (1968):


Otros compositores de poemas sinfónicos, de origen ruso, escandinavo o bohemio los veremos en una entrada posterior.